Nuestra apariencia no lo es todo, verdad? En cambio habla de nosotros porque forma parte de nuestra naturaleza…
Con el vino pasa igual. No es solo lo que ves, además, lo tienes que oler y degustar pero observarlo nos ayuda a entender su esencia porque su aspecto también nos habla…
Por ejemplo, un vino tinto joven tendrá tonalidades violáceas que se volverán teja y perderán intensidad con la edad...
En un blanco, la intensidad del color no es tan importante pero si su brillo y claridad y, al contrario que en los tintos, oscurecerán con los años...
El color, tan variado, de los rosados refleja la variedad de uva y el período de tiempo que la piel y el mosto estuvieron en contacto...
...Y, en cualquier caso, un excesivo color marrón apagado podría estar indicando que nuestro vino está estropeado.
Sus aromas pueden venir de la variedad de la uva, localización, viticultura y envejecimiento, bien en madera, bien en botella.
Para percibir estos aromas en la copa, se suele oler, primero a "copa parada", sin agitarla, ya que hay aromas que se esfuman rápidamente.
Para poder percibir los aromas más pesados, los menos volátiles, es cuando agitamos enérgicamente la copa. De esta manera conseguimos "romperlos". Cuanto más en contacto entre el vino con el oxigeno, más los notaremos aunque nos exigirá un ejercicio de especial concentración.
En ocasiones sucede que, tras agitarlo, aparece algún olor un tanto desagradable. En ese caso, intenta lo siguiente: cubre la copa con tu mano y agita fuertemente, en el 90% de casos, desaparece...
Lo que habrá que evaluar en esta fase será:
La salud del vino: si son aromas limpios, sucios o tienen defectos...
La intensidad de estos aromas. Si son débiles, medios, concentrados...
Identificar las características aromáticas: la fruta, los aromas de fermentación, los de crianza en madera o en botella...
La fase olfativa es esencial para conocer el vino y la que nos reclama mayor práctica.
La fase olfativa es esencial para conocer el vino y la que nos reclama mayor práctica.
La etapa final de la cata de vinos, le corresponde a los sentidos del gusto y el tacto y, en algún modo, al olfato. Es la fase que llamamos gustativa, el vino en boca...
Para poder apreciar cada uno de los elementos que la componen, tendremos que considerar cada uno por separado, y en un determinado orden, antes de obtener la impresión total del conjunto.
Por un lado, percibimos las sensaciones de: dulzor (sequedad), acidez, salinidad, amargor, las que llamamos "gustos".
A través de el tacto sentimos el alcohol, el cuerpo, la astringencia, el dióxido de carbono.
Y por vía retronasal, los recuerdos que nos llegan del olfato.
Todos estos mensajes sensoriales serán los pilares sobre los que construir nuestro razonamiento y argumentos a cerca de la calidad del vino.
Para poder apreciar cada uno de los elementos que la componen, tendremos que considerar cada uno por separado, y en un determinado orden, antes de obtener la impresión total del conjunto.
Por un lado, percibimos las sensaciones de: dulzor (sequedad), acidez, salinidad, amargor, las que llamamos "gustos".
A través de el tacto sentimos el alcohol, el cuerpo, la astringencia, el dióxido de carbono.
Y por vía retronasal, los recuerdos que nos llegan del olfato.
Todos estos mensajes sensoriales serán los pilares sobre los que construir nuestro razonamiento y argumentos a cerca de la calidad del vino.
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