En la vida, a veces, resulta difícil encontrar palabras capaces de describir lo que sentimos.
Una vez experimentamos algo y encontramos la palabra adecuada que lo defina, otra vez que sentimos eso mismo y gracias a nuestra memoria, seremos capaces de definirla.
Con el vino ocurre lo mismo. Y es gracias a la cata y su práctica que seremos capaces de descubrir infinidad de sensaciones y aprender a ponerles nombre.